Crisis de los soberanos;
no basta ya la sangre de los pueblos,
no se contentan con sus cuerpos,
quieren poseer sus almas,
y se pudren entre las rocas,
y su veneno de dulces coimas
ya cosechan furia del alba.
Y la devoran en túneles de vida prestada,
y se van con las cabezas pesadas
de tanta muerte,
de despojos,
de nada.
Cuando el sol se opaque,
y queden raíces secas buscando alas,
cruzarán al otro lado,
para beber, para dar esperanza.
Creerán que son Ángeles,
pero serán almas de pueblos,
de voces, de rabia,
y degollarán al grande,
para que deje de ser bestia,
para que no aniquile el linaje,
para que no les robe
sus aguas.
Antonio Ceferino Salvalaggio
martes, 19 de abril de 2011
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